CÓDIGO ÁMBAR novela
Es más que una novela de historia y aventuras. Habla de sentimientos, de temores, de amor, de descubrimiento, de bondad, de maldad, de lucha. Es una novela que habla de la vida de forma diferente a lo que entendemos por ella.
viernes, 9 de noviembre de 2018
martes, 6 de noviembre de 2018
AMOR
El amor está en todas partes, dentro de nosotros, en nuestros actos, en nuestros pensamientos, en nuestro interior. El amor, así como el odio, tiene una piel muy fina, tanto, que se puede pasar de uno a otro casi sin darse cuenta.
Y eso
es lo que ocurrió en el campo de concentración de Auschwitz, entre un guardia
alemán de las SS, Franz Wunsch, y una joven judía, Helena Citronova. Uno fue
educado para el odio, la otra para la desconfianza. Pero el amor surgió entre
ellos, él se enamoró cuando la oyó cantar. Ella necesitó más tiempo, lo que
Franz representaba no era para menos. Él fue, según los testimonios en el
juicio que se celebró en 1972, cruel con los prisioneros, pero ella lo cambió,
lo volvió humano. Esas fueron sus palabras.
Nunca
estuvieron juntos, pero por un tiempo el amor conectó sus corazones y sus
conciencias. Y cuando eso ocurre, el mundo cambia. Porque somos diferentes,
actuamos de forma diferente, nuestra energía viaja allá donde vamos, la
transmitimos con una caricia, con la sonrisa, con la mirada, con el sonido de
nuestra voz.
Lo que
hace difícil que el amor se llegue a realizar son los convencionalismos, las
ideologías, las directrices que nos mueven en un mundo encasillado, donde todo
está analizado, donde todo está burocratizado. Y el amor es energía pura,
indómita, rebelde y libre.
El amor
está en todas partes, incluso en Código Ámbar, amor como energía que puede
cambiar la vida no solo de sus protagonistas, sino de todos aquellos que las
conocen.
Amor de
hermana, amor de amiga, amor secreto, amor entre judía y nazi, amor a hijos que
no son tales, amor por alguien que ni siquiera conoces, amor por la vida.
¿Se
puede amar sin besar? ¿Se puede querer sin conocer?, ¿luchar sin matar?
¿Se puede acariciar sin tocar? ¿Se puede ver
con los ojos cerrados?
¿Se
puede vivir eternamente?
En Código
Ámbar hay amor, mucho amor, porque es lo que mueve a la protagonista, por lo
que ella se obliga a iniciar una aventura que la llevará a descubrirse y que
cambiará su vida. Recorrerá Europa en pleno auge del nazismo y luchará por salvar la vida de una familia que se convertirá en la suya. Todo comienza con esta carta:
Hola Esperanza:
Si estás leyendo esta carta, es porque ya
habré muerto. Siempre he sabido que fallecería antes que tú. Para mí has sido
un ángel y los ángeles son eternos. Sé que te parecerá extraño que hable con
tanta ternura después de las peleas y discusiones que hemos tenido. Solo he de
decirte que no me importa. Sí, siento tristeza de no haber sido mejor marido,
pero he vivido tan abrumado por ti, por tu fuerza y por tu inteligencia, que no
he sabido reaccionar como debía. Me he refugiado en la bebida como un tonto y
ahora no puedo salir de ella. Lo prefiero a tener que enfrentarme a ti.
Te tengo que confesar que no te he sido
fiel. Conocí a una mujer en Madrid, con la que he estado solo una vez, pero con
la que me he escrito varias veces. Creí estar enamorado, pero no fue así, lo
descubrí la noche que volví de mi último viaje ¿te acuerdas?, te encontré
dormida en el salón y te llevé a la cama; hicimos el amor como nunca lo
habíamos hecho.
Esa mujer se llama Antje, Esperanza, y
tiene un hijo. Ambos viven en Alemania. El niño es mío, según me dijo, y yo la
creo porque es una mujer honesta.
Sé que te estaré haciendo un daño enorme
con todo lo que estoy diciendo, pero no puedo irme al otro mundo sin dejarlo
por escrito. Debías saber la verdad, aunque me odies el resto de tu vida. Solo
deseo que sepas que te amo, tú has sido el amor de mi vida, aunque yo no haya
sido el tuyo. Te he querido retener a mi lado cuando querías volar. Me oculté
entre el alcohol y los brazos de otra mujer; me busqué otros problemas, para
tratar de no enfrentarme a los tuyos. Tenía miedo de perderte y sé con certeza,
que si nos hubiéramos sentado a hablar de nuestros sentimientos, te hubieras
alejado aún más, somos tan diferentes. Pero fui egoísta. Por estar contigo, por
saber que todos los días estarías ahí esperándome, te aparté de mí. Aunque no
te fueras, tú no estabas allí.
Tu vida es otra de la que yo no formo
parte. No conozco tu mundo y por eso me pareces maravillosa.
Solo quiero que recuerdes que te quiero,
siempre te he querido.
Jorge
Código Ámbar, página 51
jueves, 2 de junio de 2016
El pueblo
Este es mi primer personaje, el que define parte de la vida de la protagonista, con su propia energía: Puente Sauce. ¿Existe?, en cierta medida, sí. Mi inspiración se encuentra al sur de la campiña cordobesa, limítrofe con Málaga y Sevilla. No tiene el mismo nombre, pero sí parecido. Mi infancia ha sido una influencia constante en toda la novela, las historias que escuchaba de pequeña relatar a mi abuela, el calor, los olivos, el campo fértil todo el año, la libertad de poder correr libre por él sin sentir el asfalto bajo los pies.
Reavivar
esta parte de sus vidas me sirvió para crear la infancia de Esperanza,
basándome, sobre todo, en cómo vivía una joven en los pueblos del sur de España
en los años 20 y 30.
La vida
de una mujer en aquella época no era fácil, peor aún menos en los pueblos.
Recuerdo muy bien como me contaban que en aquellos años, las mujeres se
limitaban a sentarse en los patios por las tardes, cuando la temperatura se
hacía más soportable, para cantar o chismorrear de forma inocente (algunas no
tanto), mientras los hombres podían libremente reunirse en las tabernas a tomar
un fino tras una jornada de trabajo.
Otro
elemento importante en la obra, donde se produce el encuentro de Esperanza con
su amor, es el cementerio. Nos pudiera parecer un sitio lúgubre pero no es así.
En el
pueblo del sur, el jardín lo precede, como si fuera la entrada a un pequeño
palacio, donde todo es luz y blancura. Donde los familiares llevan sus sillas
para sentarse ante los altares de los que ya han cruzado. Nunca he visto ni
sentido nada extraño allí, sólo una calma y paz difícil de describir, unido al
canto de los pajarillos que revolotean entre los árboles.
Pero lo
que más me gustaba, lo que quedó impregnado en mi alma y mi corazón, es el
paisaje, las casas, las calles alegres, el color.
Y,
aunque mi hogar puede estar lejos de estos momentos, siempre busco esa luz tan
especial que me inundaba cuando era pequeña. Hubo una época, hace muchos años,
en que la luz lo invadía todo. Hacía reflejar el alma hasta de las rocas más
inertes y grises. En esa época, el calor y el color me envolvían en una manta
suave de calidez.
Todo
resplandecía, todo estaba plagado de reflejos verdes, morados, rosas, violetas,
azules, verdes, dorados. Eran pequeños matices en el pétalo de una flor, en el
brillo de una lata abandonada entre la hierba frondosa, el ruido de los
ratoncillos dentro de una bolsa de patatas, revolcándose como chiquillos juguetones.
Las risas de los que pasaban, el olor indefinible de miles de aromas mezclados,
de personas, animales, plantas, lluvia. Todo, en aquellos años remotos de la
niñez, tenía un color y aroma especial, más brillante, más hermoso, más
inocente.
Estos
son los recuerdos que también tiene Esperanza, antes de que los prejuicios de
la época le pusieran barreras y su destino comenzara a moldearla, llevándola
lejos de su tierra y su familia.
La
próxima entrada la destinaré al primer personaje, puede ser cualquiera de los
que aparecen en la novela. Hablaré en profundidad de él, os mostraré su rostro,
sus temores, sus pasiones, lo que le llevó a ser tal como es.
Podéis
elegirlo vosotros o yo misma. Si queréis que hable sobre alguno en especial,
mandarme un mensaje o correo diciéndomelo y os lo mostraré.
Sipnosis
¿Y si
el amor no fuera solo una energía entre dos personas?, ¿y si abriéramos el alma
y los sentidos a esa energía para descubrir que tenemos capacidades que no
utilizamos?, ¿y si el camino no fuera tan lineal como pensamos? ¿y si nuestra
historia no acabara nunca? ¿y si la verdad universal no tuviera nada que ver
con lo que hemos creído hasta ahora?
Si
Esperanza, cerrando los ojos, pudiera repasar toda su existencia, contemplaría tantas
realidades, que le parecería mentira haberlas vivido. Su niñez feliz en un
pueblo al sur de Europa, en una familia con cierta posición, con un futuro que
le auguraban sencillo y encasillado en los prejuicios de la época. Una vida
previsible, patriarcal y apacible. Pero ella, rebelde por naturaleza, se deja
llevar por su intuición y su corazón, y su futuro cambia en el mismo segundo
que descubre que la verdad no es todo lo que ve, oye o toca. Que la vida tiene
más de una dimensión; que puede amar sin conocer; perseguir un sueño que es más
real que la vida misma y luchar por personas que ni siquiera conoce pero que
cambiarán para siempre su vida. Es una búsqueda interior, por los mayores
temores y mejores deseos. También exterior, por una Europa convulsa y hostil.
Porque todas las decisiones que tome con cada paso que dé, cambiarán
definitivamente su alma, su mente y su corazón, pero sobre todo, la Historia.
Código
Ámbar es una novela de ficción y real al mismo tiempo, tridimensional y
atemporal. En ella se habla de sentimientos, de temores, de la fragilidad del
amor, de bondad, de maldad y de lucha. Es una búsqueda espiritual, un conflicto
constante, una apertura a otra forma de ver al ser humano, por aceptar lo que
somos y reconocer el miedo como parte de nuestro enriquecimiento.
Los
nazis, pero sobre todo, las SS y la Ahnenerbe, están detrás de toda la
historia, porque ellos forman una parte importante de la misma. ¿Qué conocemos
en realidad de ellos?, lo que nos dicen los libros de historia, los retales
conseguidos por los aliados, una porción mínima de un pastel mucho más grande.
La
ahneberbe, con sus 43 secciones, de las cuales apenas nada se sabe. Se habla
mucho de la búsqueda de una fuente de poder, en el Tibet, en objetos sagrados,
etc. Pero ¿y si la fuente de poder no estuviera en los objetos, sino en las
personas?, ¿y si el verdadero poder estuviera en el conocimiento de otras
dimensiones y la posibilidad de viajar entre ellas?, ¿y si algunas personas
tuvieran el don de saber la verdad y ese fuera el auténtico poder?
Elisa Campos
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